Hace tiempo que los ojos no echaban un vistazo en los pasos dados. Tal vez porque estaban muy concentrados en mirar por donde pisar ahora, o simplemente porque el pasado ya carece de todo su significado. Ahora solo son simples recuerdos, y supongo que así seguirán, ya que no me veo en ellos.
Ahora es otra persona la protagonista mis propios recuerdos, aunque sea yo la que veo en mis imágenes, yo ya no soy esa persona.
He cambiado tanto… no soy la misma niña de ayer que se enamoró por primera vez con trece años, con ese sentimiento tan puro e incondicional que alguna vez poseí como si fuera el mayor tesoro que jamás hubiera encontrado.
¿Qué decir de las experiencias? Algunas han sido bonitas, otras más tristes, como las de todos. Pero la verdad es que mi diferencia es que ahora están todas enmarcadas como bonitos recuerdos… ¿por qué? Porque todas las experiencias me han enseñado algo, y ha sido el tiempo quien le ha quitado el papel de regalo que portaban encima. Son cuadros, mis cuadros, pinceladas que yo misma di, hace mucho tiempo o puede que hace nada. Pero con seguridad ya no soy la misma artista, ahora tengo un nuevo estilo gracias a la evolución que ha sufrido mi mente por mis obras y la de los demás.
Y es que he tardado tantísimo en aprender la misma evidencia que se esconde detrás de cada obra, de cada historia…
¿Por qué ahora es el momento en el que me doy cuenta? Porque me recuerda a mí, esa nueva artista que he empezado a observar desde hace poco tiene la misma manera de coger el pincel que yo en algunos de mis antiguos cuadros. Nunca tuve un maestro que me enseñara a perfeccionar mi técnica pero ella si quiere lo tendrá. No siempre voy a protegerla de que tenga cuidado con las pinturas, tendrá que mancharse ella misma para darse cuenta de sus fallos, pero si me deja yo la guiaré…
Porque todos necesitamos un alma…