Sentir tu voz impertinente en mi cabeza es el mayor de los dolores que he podido tener. Porque quieres controlar mis decisiones y si no hago lo que tu voluntad exige, haces que un dolor de pecho permanente me invada y no desaparezca hasta que mi alma no esté un poco más destruida…
Quisiera ser capaz de hacerte callar cuando me vengas a hablar, quisiera hacerte desaparecer para poder ser tan egoísta como debería ser, quisiera mandarte junto a mis recuerdos y olvidarte como a todos aquellos que deje atrás, quisiera alejarte de mi vida para poder continuar mis días sin más tonterías absurdas por culpa de las dudas que creas en mí.
Desaparece y olvídate de mí. No quiero verte en la misma situación de siempre, con el mismo poder que ejerces y que te hace imponerte delante de mí y de todo lo que he luchado por conseguir. Sobre mí solo debo mandar yo, y nadie más que yo. Dan igual los demás, da igual todo, porque lo que realmente importa, es estar aquí ahora, viviendo el presente como yo crea, quiera y considere y tú no eres nadie para hacerme dudar o hacerme sentir mal por ello.
Por tu culpa lo mejor que sé hacer es huir…