sábado, 28 de abril de 2012

No quise hacerte preguntas el día que te tenía más cerca que nunca.

De pronto sintió algo tras ella, y no necesitó volverse para saber que él estaba echado a su lado. Incluso sintió su brazo rodeándole la cintura. No lo notaba como algo corpóreo, sino como una cosa parecida al roce de la brisa, a la calidez de un rayo de sol, a la frescura de un día de lluvia. Sin embargo, la reconfortó infinitamente. Suspiró y se acurrucó junto a él. No podía tocarlo, pero podía sentirlo y toda su alma respondía ante aquella presencia. 

— No me dejes sola — suplicó en un susurro —. No me dejes nunca.

— Nunca — prometió, y su voz sonó muy cerca del oído de ella, en lo más hondo de su mente y en lo más profundo de su corazón.

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